viernes, 13 de abril de 2012

Son Risas

Es de noche. Las luces artificiales de una ciudad convulsionada no nos permiten ver las almas. Pero hay otra forma de averiguarlo. Paseando por calles desoladas, se divisa una persona caminando hacia ti. Agacha la cabeza, deja caer los hombros. La velocidad con la que se va logrando la proximidad parece ser exponencial. Cincuenta metros los separan, ahora. Diez segundos bastaron. Las miradas se cruzaron, una sonrisa mutua se repartió.

Amaneció.

Ya no es necesario investigar el alma. Un rostro complaciente - y absolutamente sensato - lo aclara todo. Ojos vidriosos, pelo al aire, y, claro, esa sonrisa. Puertas abiertas, no hace falta nada más.


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