jueves, 3 de mayo de 2012

Rumbo al paraíso

La vida se llena la boca de palabras que prometen y aseguran de que el que haga las cosas bien será premiado. ¿Hasta dónde llega ese nivel de apreciación? ¿Qué es lo bueno y lo malo? El gran problema está en la gente que cambia sus bases por el que sería el buen actuar. Para qué fingir, no vale la pena.

Cada día y cada año vemos cosas nuevas. Aprendemos, desechamos, cambiamos. Sin duda que cambiamos. Quizás no es nuestro esencia, quizás no en nuestro fondo.
Habrá gente que se esfuerza por tener siempre más y más. Otros que esperan inventar y ser reconocidos. También los que no les importa nada y se creen dueños de todo. Y los que están aquí para vivir por vivir nomás.

Las ganas de desaparecer se hacen presentes en más tipos de los que imaginamos. Pues cuando las cosas no resultan, pocos apelan a la resiliencia.
A mí, más que desaparecer, me gustaría volver. Volver a esa infancia ajena a todo lo que el día a día se encarga por destrozar de ese mundo tan lindo que nos pintó aquel afortunado pasar.


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